El diamante está hecho de carbono puro, el mismo elemento del que se forma el grafito que comúnmente encontramos en los lápices.
A pesar de la composición química idéntica, estos dos minerales tienen características físicas bastante diferentes. La razón se encuentra en la red cristalina que es muy diferente en los dos casos.
En la escala de dureza de Mohs, el grafito corresponde a una dureza de 1-2, lo que resulta en uno de los minerales más suaves de la naturaleza, mientras que el valor máximo del diamante es 10, el mineral más duro que existe en la naturaleza; El grafito es un mineral siempre opaco y negro, a diferencia del diamante, que puede ser transparente e incoloro.
El diamante es la variedad de carbono de alta presión: cristaliza con presiones de al menos 50 kbar y temperaturas superiores a 900 ° C, como en el magma de los volcanes. En cambio, a presiones o temperaturas más bajas, se forma grafito.
El diamante, por su dureza excepcional, fue durante mucho tiempo considerado un talismán de los ganadores y, por tanto, una joya de hombre, una joya que aportaba valor, atrevimiento y valor.
María de Borgoña fue una de las primeras mujeres en recibirlo como regalo como muestra de amor y desde entonces se convirtió en la gema de Venus y símbolo del amor.

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